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La circunstancia de pandemia, por la que atraviesa nuestro planeta, podría tener tantos abordajes como teorías que deseen explicar los sucesos, sus orígenes ó bien adelantarse a decir cómo serán las próximas dinámicas sociales que caracterizarán al mundo.

La mirada que tengamos del OTRO después del aislamiento social, preventivo y obligatorio, proporcionará nuestro campo de acciones posibles. Si lo que vemos es una potencial amenaza a mi vida y la de mis afectos, se abrirá un campo de acciones diferentes que si observo un “igual – diferente” que convive en un espacio colaborativo. Quiere decir esto que la propuesta es no ver que alguien está tratando el tema de manera irresponsable? Definitivamente no. En mi opinión, son dos conversaciones diferentes, aunque integradas. Quiere decir que aparece una primera pregunta: ¿cómo entro a la relación? Desde la desconfianza ó desde la responsabilidad preventiva? No es lo mismo focalizar en nuestros recursos y desde allí relacionarnos productivamente con los riesgos, que focalizarnos en los riesgos, siempre ilimitados, y desde allí buscar recursos con los que mitigarlos, se invierte la relación, se disparan emociones diferentes y, por tanto, diferentes posibilidades de acción. Esta mirada tiene como fundamento el decir del Dr. Humberto Maturana que “todo sistema racional se basa en premisas fundamentales aceptadas a priori desde alguna emoción”.

Según Zygmunt Bauman, Miedo Líquido, Paidós, Buenos Aires, 2008 en el siguiente párrafo: “Jean Starobinski, tras citar el comentario de La Rochefoucauld en el que éste mencionaba que “las personas no se enamorarían jamás si no oyeran hablar del amor”, y tras haber examinado exhaustivamente la historia social de las enfermedades humanas, descubrió que “hay afecciones (particularmente de índole neural y moral, como las neurosis y las psicosis) que se extienden por el simple hecho de hablar de ellas”, de tal modo que “la palabra ejerce la función de agente contaminante”.

El lenguaje es parte constitutiva de los mundos que generamos y vivimos, por eso y para eso, considero fundacional la pregunta sobre qué conversaciones tengo y cuáles deseo tener para entrar a la relación con el otro, los otros y lo otro. La circunstancia nos regala la posibilidad única de plantearnos qué mundos queremos construir en y para nuestro vivir cotidiano. Si lo mirásemos como línea de tiempo, podrán observar que la pregunta está posicionada “antes” de entrar, de manera que invita a la reflexión, y por consiguiente, al cambio de opinión, al rediseño de las acciones. A diferencia del acto descriptivo, que puede ser valioso para el entendimiento y para la corrección, pero que hablará siempre de una circunstancia pasada ¿Está mal? De ninguna manera! Sólo necesitamos observar si para el propósito de comunicarme, de posibilitar un estado de Bien-Estar, nos está alcanzando.

Cuál es la pregunta que, en caso de hacérnosla, nos permitiría encontrarnos y conversar sobre la orientación que queremos darle a nuestro convivir?

En mi opinión, es la autonomía reflexiva la disposición que permite orientar el encuentro. Porqué? Porque no estamos sujetos a teorías basadas en premisas fundamentales (sobre las que no estamos dispuestos a hacernos preguntas) que impiden la reflexión. Porque cuando entramos a una relación de co-construcción con otro/s, basados en principios explicativos indiscutibles, el otro tiene dos opciones: o se queda afuera, o al entrar se debe parecer, ajustar, desplazar, etc., hacia nuestras “verdades”, no hay construcción, no hay mutuo respeto. Según Byung-Chul Han, La expulsión de lo distinto, Herder, 2017. En el párrafo siguiente:

“Los tiempos en los que existía el otro se han ido. El otro como misterio, el otro como seducción, el otro como eros, el otro como deseo, el otro como infierno, el otro como dolor va desapareciendo. Hoy, la negatividad del otro deja paso a la positividad de lo igual. La proliferación de lo igual es lo que constituye las alteraciones patológicas de las que está aquejado el cuerpo social.”

La orientación del encuentro parte del deseo de convivir, y para eso, necesitamos responder la pregunta con honestidad: ¿Me gusta el vivir que estoy viviendo? ¿Quiero un convivir democrático? El domingo 5 de abril de 2020, se llevó a cabo un webinario denominado Conectémonos en una Pandemia Reflexiva. Al preguntarle al Dr. Maturana si Chile vivía en un estado democrático, repondió: “Para eso tendríamos que responder primero de qué hablamos cuando decimos democracia”. Para Maturana, H. y Dávila X. en Historia de nuestro vivir cotidiano, Editorial Planeta ChilenaS.A, Santiago, 2019, en el párrafo siguiente:

“La convivencia democrática es una obra de arte en el ámbito del vivir y convivir social-humano que se realiza y conserva solo cuando se quiere conscientemente vivir y convivir en ella.” Y agrega: “Dimensiones íntimas del convivir democrático: Deseos de coexistir y convivir. Respeto por sí mismo. Honestidad. Mutuo respeto. Colaboración. Equidad. Ética social. Conversar reflexivo.”

Para encontrar la orientación, necesitamos que el “otro” aparezca. Si la condición para que lo escuchemos, es que piense lo mismo que nosotros, que no plantee nada diferente, podremos tolerarnos, firmar pactos de no agresión ó vivir en la no valoración del otro, de hecho lo hacemos, y tenemos el convivir que tenemos. Si el otro aparece podemos conversar. Podemos encontrar un proyecto común que oriente nuestro convivir. Quizás no, puede ser que no quiera un proyecto común, pero si es producto de un acto reflexivo, donde se conversa honestamente, el campo de acción no tendría los resultados de “invalidación” permanente del otro. Dos de los más reconocidos especialistas en resolución de conflictos a nivel mundial, Johan Galtung y John Paul Lederach, coinciden en la figura del “proyecto común” para que las partes podamos conversar y construir los mundos que vivimos.

La orientación del encuentro parte del deseo de convivir, y para eso, necesitamos responder la pregunta con honestidad: ¿Me gusta el vivir que estoy viviendo? ¿Quiero un convivir democrático?

Un “proyecto común” más importante, a priori, que las razones por las cuales, hasta hoy, confrontamos. Una de las consecuencias del convivir sin autonomía reflexiva es la primacía de la reacción, la falta de capacidad para dar respuestas pensadas y sentidas. Somos sujetos que producimos sociedad y somos, a la vez, producidos socialmente. Necesitamos una mirada integradora, compleja (de latín complexus: Tejido junto) interdependiente, que incluya el error desde la mirada colaborativa en lugar de estar atento a la condena social que sacia solo momentáneamente una necesidad insatisfecha, pero éstas, cuando se satisfacen de manera trágica, solo pueden producir violencia en cualquiera de sus manifestaciones.

Esta opinión tiene el propósito de generar un espacio reflexivo, un viaje de preguntas que requiere disposición para hacerlas y honestidad para responderlas. Las hago yo? No necesariamente. Cada uno puede tener el viaje que desea. Los seres humanos somos humanos en tanto hay “otro ser humano”. No intento abarcar la complejidad del vivir humano, me he declarado aprendiente del mismo, tengo el honesto propósito de llevar la pregunta de Ximena Dávila a quienes pueda llegar: ¿Me gusta el vivir que estoy viviendo? ¿o no me gusta? Y terminar con la pregunta para que cada lector pueda responderse, incluso de manera distinta en dominios o fechas diferentes: ¿Cómo queremos convivir para encontrar la orientación y orientar nuestro encuentro?

*Diego Manso. Capacitador organizacional. Conferencista. Coach Ontológico. Mtr Psicología Social. Actualmente se forma en Biología Cultural en la escuela Matríztica de Chile, dirigida por Humberto Maturana y Ximena Dávila y es ingresante en la carrera de Lic. Filosofía de la UNR. Especialista en Seguridad Personal y Resolución de conflictos. Desarrollo tareas como Instructor de Defensa Personal de la compañía Tropa de Operaciones Especiales de la Policía de Santa Fe y en la División Custodia de Gobernador. Consejero CAPSI

Bibliografía

  • Bauman, Zygmunt. (2008) Miedo Líquido. Paidós. Buenos Aires, Argentina.
  • Byung, Chul Han. (2017) La expulsión de lo distinto. Herder. Barcelona, España. Galtung, Johan. Programa de las Naciones Unidas para la Gestión de desastres (DMTP). La transformación de conflictos por medios pacíficos. Manual del Instructor.
  • Lederach, John Paul. (2008) La imaginación moral. Grupo editorial Norma. Bogotá, Colombia.
  • Maturana Romesín, Humberto y Pörksen Bernhard. (2015) Del ser al hacer. Gránica. Buenos Aires, Argentina.
  • Maturana Romesín, Humberto y Dávila Ximena. (2019) Historia de nuestro vivir cotidiano. Editorial Planeta Chilena S.A. Santiago de Chile, Chile.
  • Morin, Edgar. (2008) La cabeza bien puesta. Nueva Visión. Buenos Aires, Argentina.
  • Rosenberg, Marshall. (2007) Comunicación no violenta. Gran Aldea Editores. Buenos Aires, Argentina.